Al final no pudo ser. Después de más de un año de conversaciones, declaraciones, comparecencias y contactos, el Pacto fracasó. Era un acuerdo imposible porque requería una condición previa que nunca se dio, la voluntad de pactar con el contrario en público, con público, con luz y taquígrafos, porque eso exige modificar las posiciones iniciales y nadie estaba dispuesto a asumir ese coste. La política española, en este momento, no tiene el grado de madurez ni el nivel intelectual y humano suficiente para construir una convivencia razonable entre los modelos educativos enfrentados desde la aceptación de las diferencias y la diversidad de posturas que hay en nuestra sociedad. Cada uno va a lo suyo y todos quedan inevitablemente atrapados en la pretensión de ganar al contrario en el tablero de este «juego de tronos» que no conoce tregua. Con la llegada de Sánchez a la Moncloa se inaugura otra nueva temporada de esta serie interminable.